Miles de devotos tuvieron la oportunidad de rendirle su pleitesía a la venerada imagen del Señor de UNTUNA, patrón de Aucará y del Valle de Sondondo, Lucanas, fue el día
martes 01 de Mayo, 2007.Fiesta tradicional con una historia subyugante y misteriosa desde su aparición hace 450 años en el paraje de Tranca-pata, en que el cronista Felipe Guamán Poma Curi de Ayala de Aucará, habría sido uno de los principales gestores de su llegada y entronización como patrón de estas comarcas, aproximadamente finales del siglo XVI..
Este pueblo tiene una antigüedad que data de las culturas de Ñaupa-llaqta, Mankalla, Un-tuna, donde quedan vestigios de gran valor como las construcciones de piedra labrada. Sus habi-taciones son circulares de tres a cinco mteros de diámetro, una altura de un metro cincuenta más o menos. Hay un torreón que cuyas vetustas paredes están en pie aún.
En la bajada a Pancoy hay figuras humanas de tierra hechas por la lluvia, el viento y el tiempo, que nos llama a admirar el milenario trabajo de la naturaleza. Sencillamente admirable.
La construcción pre incaica del santuario del Señor de UNTUNA, en el punto llamado Untuna, donde aáreció el Señor de UNTUNA a un pastorcillo, se yergue triunfante contra los asechanzas de la naturaleza, Soberbia construcción de unos veinte metros de largo por ocho de ancho, que se levanta con la mirada hacia la peña de Wach-way-cerca, es de piedra labrada hasta una altura de tres metros.
Desde aquí se domina hacia atrás y abajo todas las mejores chacras del pueblo, que se prolonga hasta el río de Sondondo. Ofrece un espectáculo hermoso por la sucesión de cercos de maíz, alfalfa, duraznos, tunas, cuyos olores me llegan desde esos tiempos hasta ahora, y hasta aquí, Ica.
Recuerdo con gran alegría y nostalgia las horas felices de mi infancia cando subís arre-ando toros, vacas y caballos desde mi chacra de Mollaki hasta la cumbre de Tranca-pata donde había una choza de teja con un crucifijo y servía para el descanso de los lugareños, o para guarecerse de la lluvia.
Aquí descansábamos con Pablucha y Marcelucha miemtas que los animales enrumbaban retozando hacia la laguna de Qocha-pampa. Llegamos a mi corral de enfrente de la casa para que Mariacha y Elenacha procedieran. al ordeños. Y otros para la curación de los mulos.
A las diez de la mañana estaban de retorno al cerco, yo iba con mi tronador para apurar a los animales que apresuraban el paso sabiendo que iban al alfalfar.
Otros días iba con el mismo fin a Suito, Aqosuro o Jauta, más lejos, pero con las mismas ilusiones de corretear tras los ganados. Recuerdo que me golpeé la rodilla en uno de estos correteos y sufri un buen rato. Había visto luces de dolor.
Recuerdo también que mi padre me ordenaba a recorrer por las calles del pueblo para de-cirles diferentes encargos de trabajo en la chacra u otra labor. Llegaba hasta ocho o diez casas a-visándoles del encargo.
Volviendo nos sentábamos a desayunar un rico café con leche con cancha, queso y más. Para nuevamente retormar las la bores como era apoyar a los peones en el castrado de los toros, que siendo novillos, tendría más peso para los camales de Ica o Lima. Así decían las gentes.
Los domingos era el viaje a Sondondo donde mi padre mandaba confeccionar bridas, y espuelas de plata. Conversaba largo y sostenido sacando cuentas y pagos con el platero Fulgencia Valencia y el trensero Inocencia Allca que eran artesanos y artistas cuyas obras tenáin gran valor en Puquio o para los ganadores de las cabezadas, Laramate, Otoca, y otros.
Yo iba en mi caballito llamado Lima-qawa-rina, para ver Lima, que era muy pequeñito y manso, con su montura revestido con cuero de chivo, hasta tenía mi espuelas de plata, aunque pequeñitas.
Por todas estas anécdotas y otras mi infancia quiero a mi pueblo de Aucará y sus gentes, y sus paisajes y costumbres, agradeciéndole al Señor de UNTUA haberme dadp la dicha de haber nacido de unos padres nobles y cariñosos.-

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