PUQUIO Y LA FIESTA DEL AGUA
SEGUNDA EDICION – 1983
DE: ROGER A. BENDEZÚ NEYRA
PROLOGO
DE MARIO FLORIAN
Hace tiempo que sostengo la existencia de tres períodos o épocas en el largo desarrollo, más que milenario, de la literatura qheswa : Inkaiko o Clásico, Colonial y Contemporáneo o del Resurgimiento. Esta ordenación mía coincide, con el penetrante juicio del notable escritor quechuista José María Arguedas de que, en la creación literaria del runa-simi, hay “un estilo general y una línea de vida que comienza con el triunfal regocijo de carácter religioso, cae en el espanto y en el dolor, para finalmente, retomar el tono de triunfo y denuncia. Así, el qheswa se nos presenta como inmortal”.
El Primer Período Inkaiko o Clásico.- comprende desde muchos siglos antes de las fundación cusqueña del Inkario - alrededor del siglo XII, hasta la captura y prisión de Atau Wallpa, auki usurpador del trono, la noche del sábado 16 de noviembre de 1532, por los invasores españoles, hecho que significó la muerte instantánea del Imperio del Tawantinsuyo. En este lapso se distinguen dos corrientes literarias: la Culta u Oficial – poesía épica semi-lírica, prosa y preteatro - , y la Popular – poesía lírica y prosa.
El Segundo Período Colonial.- Abarca desde 1532 hasta 1780, tiempo de la Revolución Libertadora del Cacique José Gabriel Kunturkanki, llamado Thupa Amaru por los historiadores. En él se reconocen dos cursos literarios: el Culto o Escrito – poesía y teatro - , de asunto cristiano-indígena y de estilo de las obras castellanas del Siglo de Oro, sustentada por poetas y versificadores anónimos bilingües, principalmente religiosos, españoles o mestizos, poseídos de un intenso sentimiento religioso católico; y el Oral o Popular – poesía y prosa -, creado por peruanos de pura raza y sin letras.
El Tercer Período Contemporáneo o del Re-surgimiento.- Que viene desde 1780 y llega hasta nuestros días, también coexisten dos corrientes literarias: la Culta o Escrita – poesía, prosa y teatro - , sustentada por poetas y escritores bilingües, blancos y mestizos; y la Oral o Popular – poesía y prosa - , de carácter anónimo y colectivo, creada por indígenas campesinos o por habitantes de pequeños pueblos de aire indígena.
La Literatura popular o folklórica del Período Contemporáneo o del Resurgimiento es muy rica en cantidad y en calidad, así como lo es en general, nuestra extraordinaria ciencia del pueblo o folklore, conjunto de tradiciones, costumbres, poesías, fábulas, leyendas, etc. Es copiosa, sobre todo la poesía – oral, popular, anónima y colectiva – en runa-simi, fiel expresión del sentimiento y del pensamiento indígenas, ligada, como lo estuvo otrora, con el canto, la música, el baile y la fiesta, aunque un tanto influida por elementos occidentales y cristianos en la forma y en el fondo, y, casi siempre, con la carga de algunas voces o frases castellanas – quechuizadas o puras – en los textos.
Si bien es cierto que todo el mundo andino qheswa-hablante es un campo fértil del folklore, y, en particular, de la literatura anónima oral, existen en él algunos lugares excepcionales como Maranganí, Puquio, Pisac, Pichimuro de Ocongate, etc. En estos sitios, donde, la tradición inkaika sobreviviente se siente más, el folklore y el acervo poético son más puros y genuinos. La celebración de aniversarios de grandes fiestas y la espina heridora de “nuevos amores – como dice el Padre Jorge A. Lira, notable quechuista y folklorista cuzqueño-, hacen nacer nuevas poesías,. Los troveros indios no siguen eso de recibir una cosa modelada (las letras de las canciones) y repetirla. No guardan esta norma. El galán produce y crea todo el material artístico necesario para su conquista de amor”.
Puquio, ciudad de mistis, rodeada de cuatro barrios o ayllus indígenas, razón por la cual, en la hora de ahora, es como un espejo mágico que retrata el modo de vida – material y espiritual – del Inkario y de los naturales Ruk’anas, los que según historia del Padre José de Acosta, eran los amores del Jatun Qosqo, vio; hace pocos años alargada su merecida fama por la palabra artística del escritor bilingüe José María Arguedas, quién pasó su niñez y adoslescencia en los pueblos de San Juan de Lucanas y Puquio, ora a través de su popular novela “Yawar Fiesta” y ora a través de su brillante ensayo titulado “Puquio, una cultura en proceso de cambio”. En este último trabajo, fruto de sus investigaciones antropológicas realizadas in situ en 1952 y en 1956, Arguedas reveló la existencia de una variante andina del famoso mito indígena del Inkarrí, la original adoración a los wamanis – dioses de las montañas comarcanas – con ocasión de la fiesta ceremonial del agua, y principalmente, la letra de los himnos sagrados de los aukis – sacerdotes de los ayllus de Puquio – en loor del gran wamani Pedro Sasawi Orqo, equivalente local y contemporáneo del Creador Universal de los Qheswas, Illa Teqse Wiracocha Pachacamaq o Pachayachachiq; himnos que constituyen una muestra extraordinaria de la continuación de la poesía semilírica o colectiva inkaika y que, al decir de Arguedas, conservan en el fondo y en la estructura de los versos, el estilo de la poesía incaica recogida por Santa Cruz Pachacuti que impetraba a los grandes dioses del Panteón Incaico _ Wiracocha, el Sol, P’unchay y Chok’e-illa-, “aunque no con la misma majestad, que podría calificarse de monolítica, pues los himnos de los aukis de Puquio están dirigidos a dioses menores y locales, que se han empequeñecido ante la lucha desencadenada contra ellos por el catolicismo”.
La fiesta indígena del agua, con sus sacrificios, ritos y ceremonias, asi como la especie poética semilírica de los himnos de los auquis a los wamanis, fruto de la corriente oral o popular del Período contemporáneo o del Resurgimiento de la Literatura Queshwa, son tesoros de incalculable valor antropológico y literario. Los himnos son piezas de antología, altos índices de la poesía qheswa de todos los tiempos, en los cuales “las palabras son instrumentos estrictos – subraya Ar-guedas – para la expresión de las ideas o de los estados de ánimo”. Los versos son cortos, sin medida ni rima, pero rítmicos y aptos para el canto coral y la música, donde el estribillo o verso suelto ¡uh waylli!, ¡uh waylli!, que se repite al fin de cada verso o frase rítmica, hace el milagro de aumentar el poder expresivo del cántico sagrado.
II
Después de 24 años de haber sido escrito el ensayo “PUQUIO, UNA CULTURA EN PROCESO DE CAMBIO” de José María Arguedas, un hijo de la Provincia de Lucanas, Róger Bendezú Neyra, oriundo del Distrito de Aucará, maestro, folklorista y escritor bilingüe, dotado de una fina sensibilidad para experimentar expresiones y sensaciones que producen tradiciones, costumbres, fiestas, cantos y danzas vernaculares, da a la estampa literaria el trabajo nominado “PUQUIO Y LA FIESTA DEL AGUA”, basado en la información fidedigna de don Anacleto Maywa Otani, varias veces jatun-auki del ayllu del Chaupi, y en su propio conocimiento. Se trata una viva descripción, objetiva y subjetiva al mismo tiempo, escrita con un estilo fácil y sencillo, de los ritos, ceremonias y pagapa en honor del wamani del cerro Pedro Sasawi Orqo, espíritu totémico montañés favorable, que, durante una vez al año, realiza el jatun-auki y su comitiva, cantándole una canción sagrada como expresión de gratitud por el milagro del agua. Con este trabajo, la ayla de Pirucha, esto es, el baile del agua, me parece sumamente interesante y sacado a la luz por primera vez.
Por supuesto que el culto actual al wamani del cerro Pedro Sasawi Orqo, invisible y poderoso hacedor del agua, de la tierra, del sol y de la propia vida humana, exhibe algunos elementos occidentales y católicos, pero se descubre, fundamentalmente, como de ascendencia incaica. La fiesta del agua de Puquio, es una supervivencia del ritual sagrado cusqueño al agua – fuente, manantial, arroyo, acequia o río -, en el cual, como refieren Polo de Ondegardo y Bernabé Cobo, el sacerdote u oficial, quien hablaba con la fuente, en un día señalado para la oblación, cuando en el invierno, ésta crecía por la humedad del tiempo, o cuando se acaban de sembrar las chácaras, inclinando la cabeza y abriendo las manos y haciendo cierto sonido con los labios como quien besa, dirigía primero la palabra al Hacedor de Todo, Illa Teqse Qiraqocha Pachakamaq o Pachayachachiq, en más en nombre del pueblo comunal que del suyo propio:
“ A ti, Señor que cariaste todas las cosas y, entre ellas, tuviste por bien de criarme a mí y a esta agua de esta fuente para mi sustento, te suplico hagas que no se seque , sino que salga como lo ha hecho otros años, para que cojamos el fruto que tenemos sembrado”.
Y, después de esto, decía su oración o himno a la fuente o pukyu. Y, acto seguido, le ofrecía el sacrificio que llevaba, fruto de la contribución de todo el ayllu, consistente por lo general, en conchas de colores de la mar o mullu, por que todos creían que las conchas eran hijas de la mar ¬– Kochamama -, madre de todas las aguas y, de ahí en adelante, la comunidad esperaba t ranquila tener agua suficiente para el regadío de sus semesteras y para lograr, por tanto, gracias al milagro del agua de la fuente, una espléndida cosecha.
Estoy convencido de que el trabajo “PUQUIO Y LA FIESTA DEL AGUA” de Roger Bendezú Neyra será una fuente de consulta necesaria para el estudio del folklore andino y de la poesía popular folklórica del Período Contemporáneo o de Renacimiento de la Literatura Qheswa. Para el folklore andino porque la fiesta del agua es una de las má importantes del país. Para la Literatura Qheswua porque da a conocer una nueva letra del himno al wamani – o como el autor llama, canción del aulillay o del abuelo, o canción sagrada de la fiesta –. Y ¡oh sorpresa!, la letra de la canción sagrada es distinta a la recogida y hecha pública por Arguedas:
“aulillay, aulillay / ¡uy waylli!. / imatan niwanki / ¡uy waylli…! / Taytay wamani, / yaku llaykita / parallaykita / chayay kachimuy...uy wayli”.
La fiesta del agua precisa de una canción sagrada nueva. Significa que la canción al wamani, por no ser escrita y ser sólo de hechura oral, no tiene un texto invariable, fijo, intangible. La comitiva oficial del ayllu de Chaupi – el jatun–auki o sacerdote mayor, el auki o sacerdote menor o pongo y los demás miembros que en cada fiesta del agua, crean, con hondo sentimiento religioso y con gran poder artístico verbal, una letra nueva en honor del wamani o espíritu de la montaña, con la que interpreta, como en tiempo de los Inkas, el favor constante del agua o yakumama. Los miembros de la comitiva oficial del ayllu de Chaupi en Puquio, pues, a mi modo de ver, en lo que respecta a la creación de los himnos a la divinidad, proceden igual que los troveros indios jóvenes de otras latitudes indígenas, como sostiene el Padre Jorge A. Lira.
Doy, pues, mi para bién al escritor bilingüe Róger A. Bendezú Neyra, por ofrecer al país este singular trabajo, y por su profesión de fe nacionalista.
Lima, Enero de 1980.
MARIO FLORIAN
FRAGMENTOS DE PUQUIO Y LA FIESTA DEL AGUA:
“LA PAGAPA AL WAMANI PEDRO SASAWI ORQO
Con su experiencia que le ha dado las lluvias y los vientos, el machu Ciprian Inka, continúa:
“Esta se realiza como un mandato de sus conciencias y las leyes comunales, en honra y prez del wamani Pedro Orqo, a cuyo espíritu están ligados los chaupis, para siempre. Según ellos, existen un alma, un espíritu o conciencia de la tierra que es la misma del hombre. que los une e identifica profundamente en una exacta interrelación de hombre-tierra-hombre”.
Con mucha devoción, continúa:
“Dicha pagapa, es la anticipada retribución de los comuneros de Chaupi al wiracocha Pedro Orqo, por la venida de aguas en la próxima temporada. Conven-cidos están ellos, por la tradición y las leyendas inscritas en el rostro de las rocas, que el wamani es el dios tutelar, para hacer realidad la llegada de más lluvias que es para sus sustentos”.
“Según sus creencias, el wamani Pedro Orqo los está viendo desde arriba, y desde allí sabe aliviar sus necesidades. Observa él, la escasez de alimentos que sufren sus hijos. Es por eso que cotidianamente forma
en sus altas cumbres y con toda oportunidad, gruesas capas de nubes para derramar su chikchi-para o lluvia, entre rayos, truenos y relámpagos, que hará florecer stas comarcas”.
“En tal sentido” nos sigue avisando: “la significación panteísta de Pedro Orqo y de otros sagrados cerros, roquidos, plantas y animales, forman el olimpo andino de dioses del Tawantisuyo, y que en esta zona son los apus-wamanis Qarwaraso, Sarasara y Osqonta, altos picachos y nevados de la Cordillera de Wanso”.
Retomando lo dicho participa don Emilio Sánchez: “Estos cerros tienen una alma, el wamani, que en las noches largas y frías conversan entre sí, diciendo:
- “No digas, el señor wamani si
existe”.
- “Ellos nos están viendo de
día y de noche, y también
conversan a solas de nues-
tras vidas y destinos”.
- “Ama niychu, wiraqocha
wamani kausanmí”.
- “Paykuman qawachkan tu-
ta punchau ñoqanchik-
ta, chaymanta rimakun-
Ku sapampi vidanchik
manta, destinunchikmanta”.
LAS INVENCIONES
Para esta explicación uno de los machus más respe-tables, tayta Singu, se saca el sombrero y tomando me-moria dice:
“Es obligación de los carguyoq presentar a sus costas y tal como se acostumbra las llamadas invenciones, que son hatajos de bailarines, cantantes y chistosos que, para amenizar la fiesta del agua salen conve-nientemente disfrazados para ejecutar una serie de actividades artísticas. Ellos harán posible la gratuita distracción de grandes y chicos, en fin de toda la comunidad puquiana, y de muchas otras gentes que de propósito han venido de los pueblos cercanos”.
“Las dichas invenciones son el dánsaj, el jarjacha, el gañán, chapetón, que son esperados con gran im-paciencia y regocijo por los hombres del campo. Particularmente, con el jarjacha y el dánsaj renacen sus dormidas alegrías, para florecer luego en días y noches de baile, licores, música y mujeres”.
“Mientras esto, en casa de los cargontes, la chicha de jora estará llegando a su punto de fermentación o poqoy, a fuerza de hervir entusiastamente bajo la atenta mirada y el cuidadoso manipuleo de las hermosas y diligentes cholitas del ayllu que ágiles circulan en torno al grande fogón instalado de propó-sito a un lado de espacioso patio. Ellas van atizando el fuego, acarreando leña y cántaros de agua, o degus-tando de rato en rato el upi o dulzor de la chicha, cuidando que la bebida de los Inkas resulte senci-llamente embriagadora”.
Prosigue, “Subrayo que el carguyoq desde mucho tiempo atrás, estuvo proveyéndose de suficientes cantidades de comestibles, jora y cañazo porque esta fiesta tiene que ser pródiga, si se quiere que el año sea abundante en lluvias. Convencidos de este criterio es que los cargontes se ven obligados a realizar muchí-simos esfuerzos económicos, para la compra de sus gastos, que así se llama al dinero invertido en los comestibles”.
“Es una obligación, un mandato social y un impe-rativo de sus conciencias, realizar estos gastos, aunque después se queden suspendidos en el aire por una cuerda de interminables deudas. Así lo hicieron sus padres y lo mismo tienen que hacer ahora sus hijos”.
“Es por esta razón que muchos, la gran mayoría de comuneros, en especial los más modestos, se deciden a vender el único toro o hipotecar la pequeña chacra de su propiedad, siempre a favor de los mistis, con sus funestas consecuencias. Todo, por cumplir con la obligatoria ley comunal”.
Sigue explicando:
“En estos casos sus orgullos se manifiestan en redondo. Nadie puede ni debe humillar al comunero, tampoco podrán aceptárselo. De allí que, muy ciertos y seguros de sí, de sus apellidos, no permitan jamás, que alguien, ni aún los mistis les pisen el poncho. Por eso dicen golpeándose eñl pecho, ¿qué importa vender mis chacras y vacas si con ello voy a defender mi nombre y mi apellido, celebrándole como debe ser al wiraqocha wamani?”.
EN PEDRO SASAWI ORQO
Son las cinco de la mañana del viernes. Lo anun-cian los puku-pukus y las tuyas, pajarillos del ande.
Los hombres han llegado ya a la gruta del yakupa-ñawin u ojo del agua, que está a media altura del cerro. Lo contemplan reverentes, pensando segura-mente, que desde muchos siglos atrás, no lo saben exactamente, sus antepasados y ahora ellos, siguen cumpliendo el mismo acto de adoración, con dogmas y ritos aprendidos y conservados religiosamente vía de tradición comunal.
Tayta Jeromo, uno de los más autorizados para relatar la parte más sagrada del ceremonial, dice: “Después de un corto respiro, el jatun-auki se introduce a la antigua y pequeña mansión. Lo hace respetuosamente. Deposita allí con sus sagradas oraciones, una porción de la pagapa, más aguardiente cigarro y coca”.
“El acto llena de misticismo el rústico lugar, obligándoles al recogimiento. Cumplida esta primera parte, suben en marcha forzada a la punta del Pedro Orqo, distante medio kilómetro más o menos, donde han de realizar la ceremonia central de la pagapa”.
“Ya están allí”.
“En este instante, el abanico de la aurora se abre en un manto inmenso cubriendo de albura las estancias próximas y lejanas. En los corrales se desperezan los animales en su acostumbrado saludo al nuevo día, pero esta vez, también en homenaje a Pedro Orqo”.
“Respetuosamente y agachados se introducen al envejecido recinto que sobrevive triunfante a los vientos y a las lluvias. En esta solitaria mansión habrá de extenderse la mesa y depositarse la pagapa”.
“La fuente está ubicada, repito, a media altura de Pedro Orqo. Se divisa desde aquí la inmensa y esplen-dente sucesión de cerros y altipampas que le circun-dan humildes el santuario lugar”.
“El auki dotado de supremos poderes desentraña la tierra, luego de decir una imperceptible oración en honor y ruego al gran wamani. Seguidamente la mesa es extendida en su homenaje, y la pagapa es depo-sitada allí, en reemplazo de la anterior”.
LA SALUTACIÓN AL TAYTA INTI.
Continúa tayta Jeromo:
“Son casi las siete de la mañana, y ha terminado con felicidad el rito de la mesa y la pagapa. Ahora, con la misma devoción toca cumplir la parte del saludo al Padre-Sol, al Tayta-Inti. Para ello esperan ahí mismo y en suspenso la redonda ascensión del sol, que viene apareciendo por el horizonte bañando de un oro juvenil los picachos andinos”.
Afirma: “El astro-rey es considerado por los chaupis, como el dios, creador y sostenedor de todas las cosas. Esta creencia inkaika no ha sido vencida por el tiempo en la férrea convicción de los campesinos de Puquio. Tampoco el hombre no no puede ni debe destruir los ritos y cultos al Padre tayta Inti. El Tayta Inti es pues eterno, y por tanto merecedor de los homenajes de sus hijos”.
“En este momento el auki y los suyos dirigen sus miradas al Tayta Sol, en señal de respeto y acata-miento”.
“Ordena sacar una media vasija de chicha, otra de agua, cañazo y vino. Arrodillándose ante su padre Sol, le ofrece con humildes y reiteradas salutaciones. Le-vanta las manos hacia el cielo, manteniendo fija la mirada en el suelo. Lo propio hacen los demás hombres, ubicados detrás de él. Estos obsequios y la muestras de humildad y respeto, acoge el Tayta Inti con alegría paternal. Sus barbas de oro acarician placenteras las sienes de los actores, reverberando también en los picachos andinos”.
“Así se ha cumplido con toda felicidad el acto de la pagapa al cerro-Pedro Orpo y la salutación al Padre Sol. Ahora se les ven dichosos por haberlo realizado con todo éxito la sagrada misión”.
SEGUNDA PARTE
CEREMONIAS JUBILARES
EL ANGOSO O ANGOSOY:
Maqtas y pasñas se sientan a la orilla del riachuelo de Taqra para proseguir con, a la vez, alegría y pena, los pasajes más graciosos de la fiesta del agua, dicen:
“Es el sábado. Acontecimiento grande que se inicia desde tempranas horas cuando el nakaj, el jarjacha, los salljas y demás invenciones desfilan por calles y plazas de Puquio, regalándoles sus graciosidades a niños y adultos”.
“El público que esperaba la llegada de los actores, se entusiasman al máximo y echan al aire el trapo de sus risas, por los diálogos, mojigangas y cabriolas de tan queridos artistas del habla comunal, que con gran estilo y sabiduría saben decir e interpretar muchas cosas, como es la vida íntima o problemática social y política de la región”:
- “El jefe Víctor Raúl, tiene
una buena cabeza, es el papi
de todos los apristas.
- “Sí vale, el viejo.
- “Los gobiernos valen
porque nos manejan”.
¡Vivan los jobernos, miéda !
- “No solo Víctor Raúl es mal”.
¿Acaso no sabes que
la tierra ya es nuestra,
por la Reforma Agraría
del General Velasco”?.
- “El sí es bien macho. Hizo
lo que nadie ha hecho”.
- “Yo era solda’o y estaba con él”.
- “¡Viva Víctor Raúl !”
- “¡Viva Velasco, garago”!
- “¡Viva los comunes” !
Continuará
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